El efecto del dólar débil: ¿Ha llegado finalmente el momento de que las acciones internacionales destaquen?
Esta pregunta se ha formulado en repetidas ocasiones durante la última década, generalmente obteniendo respuestas negativas. Sin embargo, la dinámica parece estar cambiando. Durante los últimos 12 años, el rendimiento del índice S&P 500 ha superado consistentemente al índice internacional EAFE. Esta prolongada ventaja de las acciones estadounidenses ha generado una significativa sobreponderación en las carteras de los inversores, llevando a que Estados Unidos represente actualmente casi el 50% de la capitalización bursátil global y el 65% del índice MSCI World, pese a que su economía es solo el 25% del PIB mundial.
Existen varias razones que explican el desempeño superior de EE.UU. desde la crisis financiera de 2008:
Crecimiento superior de beneficios: Entre 2009 y 2019, los beneficios de empresas europeas se contrajeron aproximadamente un 25%, mientras que en EE.UU. crecieron un 40%. Esta diferencia está en parte relacionada con la composición sectorial, especialmente el elevado peso del sector financiero en Europa, que tardó más en recuperarse.
Fortaleza del dólar: Desde febrero de 2012 hasta septiembre de 2022, el índice del dólar subió un 42%.
Aunque ha retrocedido, aún acumula una apreciación del 28% desde principios de 2012, lo que impulsó valoraciones más altas en EE.UU.
Actualmente, las acciones estadounidenses cotizan con una prima de casi el 60% sobre Europa (PER futuro de 22 vs. 14) y hasta un 80% respecto a mercados emergentes.
Sin embargo, estos factores están cambiando:
El crecimiento de beneficios europeos se ha acelerado significativamente tras la pandemia, llegando incluso a superar ligeramente las estimaciones para EE.UU. Además, la expansión fiscal anunciada en Europa, especialmente en Alemania con inversiones significativas en infraestructura y defensa, podría impulsar aún más los beneficios empresariales.
En contraste, EE.UU. enfrenta incertidumbres fiscales importantes debido a la política de aranceles implementada por Trump y su impacto en las estimaciones de ganancias futuras, que ya muestran revisiones a la baja.
Además, la posición neta internacional de EE.UU. se ha deteriorado considerablemente desde 2008.
Actualmente, la dependencia del capital extranjero es tan alta que una retirada significativa tendría efectos profundos en la economía y los mercados financieros estadounidenses. Este contexto vuelve especialmente preocupante la reciente debilidad del dólar, que parece ser favorecida por la actual administración estadounidense.
De hecho, ya se observan indicios claros del cambio: en el primer trimestre de este año, las acciones europeas han superado a las estadounidenses por casi un 19%, mientras que los mercados emergentes también están mostrando mejores resultados. Aunque aún no hay un impacto notable en los precios de los bonos y tasas de interés, un dólar más débil típicamente genera mayor inflación y tasas más altas.
Históricamente, períodos de debilidad del dólar han coincidido con rendimientos superiores significativos de las acciones internacionales respecto a las estadounidenses. Entre 2003 y 2008, por ejemplo, las acciones extranjeras casi duplicaron el rendimiento de EE.UU.
En conclusión, los factores que sostuvieron la supremacía del mercado estadounidense durante la última década podrían estar llegando a su fin. Con valoraciones elevadas en EE.UU. y una dinámica económica global que comienza a favorecer a otros mercados, los inversores deben considerar seriamente una mayor diversificación hacia acciones internacionales. La historia reciente muestra que estos cambios no solo son posibles, sino que pueden ocurrir con rapidez y fuerza significativa.
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